viernes, 26 de febrero de 2016

patatas a la importancia



Si hay algo que tengo claro es que aquí cabemos todos o no cabe ni Dios. Sí, incluida mi querida y admirada Belén Esteban. Ricos y pobres, hombres y mujeres, niños, ancianos, gays y lesbianas, creyentes, gordos, optimistas, deportistas, tertulianos ignorantes y artistas, pescaderas, ladrones, cajeras y futbolistas. Me encanta convivir a diario con gente orgullosa, intransigente, maleducada, generosa. Con gente manipuladora, vil, interesada y también encantadora, fiel y pausada.


Pero ahora bien, ¿es justo que todos tengamos los mismos derechos? ¿Somos todos iguales? (y no solo a los ojos de Dios) ¿Debemos ceder el paso a todos por igual al pasar por la puerta?

Vamos, sin más rodeos… ¿Por qué coño vale lo mismo el voto de Belén Esteban que el mío? ¿Por qué tiene asistencia sanitaria Ortega Cano? ¿Por qué se permite circular libremente a Mariló Montero? Una cosa es que aquí quepamos todos y otra muy diferente que aquí dejen entrar a cualquiera.


Pero me guste o no lo divertido del cotarro es que a cada uno nos cuelga de un lado. Y los hay que debajo de una aparente sencillez y escondido detrás de un aspecto vulgar esconden gratas sorpresas. Ese es el juego. Encuentra las 10 diferencias y después disfruta no corrigiéndolas.


Y nada para escenificar el valor de la diversidad como una sencilla receta. Viva el crujiente de cochinillo y trufa con cobertura de compota de grosella negra pero vivan también unas buenas patatas a la importancia.


Ingredientes


  • Patatas.- no muy pequeñas (cantidad las que te apetezcan)
  • Cebolla.- sí, por supuesto, tal cual.
  • 2 dientes de ajo.- ¿morado? Sí, morado te vas a poner tú cuando veas qué rico está esto.
  • Sidra.- La receta es original es con vino, pero ¿Has visto el nombre del blog?
  • Caldo.- a elegir aunque yo le echo de verdura.
  • Harina, sal, pimentón, huevo y perejil



Preparación


Cortamos las patatas ya peladas en rodajas gorditas, como de un dedo de grosor. Las salamos (pimienta, hierbas… eso a tu gusto) las rebozamos en harina y huevo y las freímos en una sartén grandecita. Con un minutito vale. Solo para que se dore un poco el rebozado. Las apartamos en una fuente. En la misma sartén si quieres pero solo con un poco de aceite del que hemos usado para freír las patatas pochamos la cebolla cortada en tiras. Machacamos los dos dientes de ajo en un mortero con un poco de sidra. Como ya tenemos abierta la sidra pues nos servimos un culín y si tenemos un poco de choricito bueno cerca pues vamos catando. OJO QUE SE TE QUEMA LA CEBOLLA, QUE LA TIENES AL FUEGO. Añadimos a la cebolla un poquito de pimentón y un poco de harina de la de haber rebozado las patatas.

Removemos  pero rapidito añadimos el majado del ajo y la sidra porque el pimentón se quema en un plis. Un poquito de sal y perejil picadito y echamos también un vaso de caldo y otro tanto de sidra. No te pases con la sidra que no vas a tener para acabarte el chorizo que has partido y como haga bola….


Revisamos el caldo a ver cómo nos ha quedado de salado y ya podemos meter las patatas en la cazuela de forma que queden todas, a ser posible, cubiertas y las dejamos cocer a fuego lento durante unos quince minutos. Pasado ese tiempo las pinchamos y si ya están blanditas las servimos en un plato con un poco de salsa por encima y un poco de perejil picado. De un día para otro están igual de ricas o mejor incluso. ¿Y qué marida con este plato para beber? La sidra que hemos abierto no, desde luego, porque a estas alturas está tiritando pero otra botella de lo mismo no estaría nada mal.


He leído en la autobiografía de Belén Esteban (claro que la tengo. ¿Por quién me tomas?) que no le gustan las patatas porque su padre ya comió muchas después de la guerra y que prefiere la langosta y el solomillo. Pero amiga mía, en la diversidad está el gusto y debajo de la sencillez a menudo hay belleza. Debajo de la ordinariez solo hay pelusas como debajo de la cama




—Sí, pues vaya mierda de diversidad. Esta es la cuarta entrada del blog y ya van dos de patatas.

—valeeeeeeee. Para el viernes que viene os hago un pollo, que a mi Andreita le gusta mucho el pollo. Andreita, te quiero.



Salud.

viernes, 19 de febrero de 2016

rabo de toro




Supongo que a estas alturas del partido nadie negará que el ser humano (decir persona humana es una perogrullada querida Belén. ¿Qué quién era Perogrullo? Sí, sí… aquel que comió tanto hasta morirse, tienes razón. ¿Lo ves como en el fondo tienes tu cultura? Popular pero cultura al fin y al cabo). Decía que nadie negará que el ser humano es no solo el animal que ha monopolizado el planeta para su uso y disfrute sino también el más cruel y egoísta de todos los que han existido desde que aquellas pequeñas ranas salieron del mar y empezaron a criar pelos.


Que criemos y tratemos a otros animales como lo hacemos para nuestra alimentación es una atrocidad pero que necesitemos y nos vanagloriemos de su tortura para nuestro disfrute solo tiene una explicación. Alguien superior nos creó a su imagen y semejanza y podía haber escogido otro modelo porque el tío está para que lo encierren. Mejor nos habría ido a todos si fuéramos hijos de unas reacciones químicas y unos miles de años de evolución; al menos a los demás habitantes de este planeta.


Pero como hoy en día todo se justifica con que se hace “desde siempre” asunto arreglado. ¿Las corridas de toros? Una tradición. ¿Tirar a una cabra desde el campanario? Uff, ni me acuerdo desde cuando lo hacemos en mi pueblo. ¿Perseguir a un toro y matarlo a lanzazos? Ya lo hacía el abuelo de mi abuelo y al que se acerque por aquí para quitárnoslo le empalamos también, que nosotros somos muy buena gente pero muy celosos de lo nuestro.
También hay gente que defiende la ablación, la violencia machista o la esclavitud. Total, anda que no son tradicionales.


Como homenaje a ese pobre toro que lleva muriendo tanto tiempo para disfrute de unas pocas personas humanas vamos a cocinar el rabo de un congénere suyo. A ser posible que sea de un bonito primo que se haya criado en un buen prado del Norte y que haya muerto en mejores condiciones para que disfrutemos con su carne y no con su sufrimiento inútil.



Ingredientes

  • Un rabo de toro.- normalmente lo encontrarás de ternera o de vaca pero nos vale
  • 2 zanahorias.-Tal cual
  • 1 cebolla.- no diré tal cual de nuevo pero vamos… lo que viene siendo una cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 1 botella de vino.- algo potente. Un Toro nos viene perfecto (no el más barato, hazme caso)
  • Harina, sal, pimienta y aceite de oliva



Preparación

Salpimentamos las tajadas de rabo. Lo normal es que lo encontremos en una bandeja ya troceado. Procura que sean tajadas grandes ya que, a mayor edad del propietario/a mejor sabor. De buey o de toro es difícil encontrarlo. Las enharinamos y las freímos vuelta y vuelta en una sartén honda en la que habremos puesto un chorro de aceite (no te pases). Yo lo hago en la olla directamente y un cacharro menos que friego luego. Una vez doradas un poco por todos lados sacamos las tajadas y las reservamos. En el mismo aceite sofreímos la cebolla (yo a veces la sustituyo por
puerro) los ajos troceados y la zanahoria. Hay quién (mi padre por ejemplo)  le echa un poco de tomate al sofrito. Volvemos a meter las tajadas de rabo en la olla, lo cubrimos todo con el vino, cerramos la olla y la dejamos al menos una hora. Durante ese tiempo podemos beber un poquito del vino de Toro que nos haya quedado en la botella (no seas tonto/a y no lo eches todo al guiso). Por eso te decía que no lo compraras del más barato. Podemos acompañarlo por ejemplo con unos torreznitos que cada vez son más fáciles de encontrar en el súper de esos de Soria que ya vienen medio cocinados a falta de un par de minutos. Por cierto, os tengo que poner un día la receta de unos torreznos que hace un chico en el pueblo de Anero, en Cantabria, que están de escándalo. Pasada esa hora (que si lo de Einstein era relativo lo del tiempo en una olla ni te cuento) abrimos y miramos cómo está la carne. Se tiene que desprender del hueso casi sola. El
tema de la salsa os dejo elegir si lo servís tal cual, la pasáis (ojo con batirlo todo que la zanahoria la deja con un color muy anaranjado) o la reducís en el fuego un poco. De cualquier manera va a estar escandalosamente bueno y no me digáis que es difícil. Si os sobra (que no creo) probad a hacer croquetas con la carne. Ya me diréis.


Y si os coméis la bandeja uno solo como es a veces mi caso y os sobró media botella de vino al echarlo en la olla pues no queda otra que una buena siesta que es lo que pide una comida pantagruélica como esta. Sí, Belén, el de las comidas copiosas era Pantagruel, Perogrullo lo que decía eran obviedades pero el hombre era un ermitaño y supongo que, como tal, comer no comía demasiado.


Salud.

viernes, 12 de febrero de 2016

patatas bravas




Cada día lo tengo más claro: lo choni vence.
Sí, sí, no solo impera lo choni, lo ordinario, lo chabacano sino que el tema va más allá. Nos gusta más la burda copia y lo hortera que la originalidad. Las audiencias de Gran Hermano VIP no son una casualidad. No lo vemos por curiosidad ni porque no haya otra cosa. En el fondo nos gusta lo zafio y cuando nos dan a elegir entre algo rico pero que exige un mínimo esfuerzo mental y algo tosco y grosero pero que ya viene masticado no lo dudamos un momento: que me lo den hecho y directo al buche.

Bueno, lo que pasa es que eso de pensar está sobrevalorado. ¿Quién se ha hecho rico pensando? Belén Esteban no, desde luego. Por eso les jode a los listillos, porque la Princesa del Pueblo se ha hecho a sí misma sin malgastar su tiempo en pensar, gracias a decir verdades como puños y…… Bueno, bueno, de la Belén ya hablamos en otro momento, que me vengo arriba.

¿Messi? Se vanagloria de que solo ha leido un libro en su vida (la biografía de Maradona. Manda huevos) por lo que deduzco que si leer le cansa lo de pensar seguro que le agota.

Y al final de todo esto el resultado es no solo que no pensamos sino que nos gusta más la gente que se enorgullece de ello. Buscamos nuestros nuevos ídolos entre aquellos que no nos hacen sentirnos unos palurdos. Y como se lleva lo de demostrar que a nosotros no nos pisa nadie y que semos igual o mejores que los demás pues lo proclamamos a los cuatro vientos. "yo no he leido un libro en mi vida pero todo el mundo me mira el culo al pasar y mis tetas (que me costaron una pasta) le gustan a tu marido más que las tuyas".

Al final leeremos en clubes clandestinos, para ver un programa que no sea un reality habrá que trasnochar y procuraremos saber si anoche echaron de la puta isla a la Chabelita o al pequeño Nicolas de los cojones para no quedar como unos paletos en el trabajo y poder interactuar con nuestros compañeros en la hora del almuerzo.
 
Con la receta de hoy pasa algo parecido y he decidido ponerla aquí después de que mi amiga Iciar me recordara hace poco cómo se hacían. He comido patatas bravas servidas con kétchup, con salsa de tomate más picante que un jalapeño de Padrón con guindillas japonesas, incluso con alioli. Sí, sí… en Valencia las patatas bravas te las suelen poner con tomate picante y alioli.
¿Y cómo son las auténticas patatas bravas? Para mí, sin duda, las que ponen en el bar “Las Bravas” de Madrid. Creo que hay tres pero yo siempre las tomaba en el que hay en la calle de Espoz y Mina esquina con la calle La Cruz(cerquita de la puerta del Sol)

Ingredientes
  • Patatas.- De carne amarilla, buenas y la cantidad que te apetezca.
  • Harina.- una cucharada sopera
  • Pimentón.- 1 cucharilla de dulce y una de picante
  • Aceite de oliva.- 4 cucharadas
  • Caldo.- 1 vaso (yo uso vegetal pero se puede usar de carne)
  • Sal.- al gusto

Preparación
En una sartén ponemos las cuatro cucharadas de aceite y esperamos a que esté caliente pero no demasiado (sin humear). Agregamos las dos cucharadas de pimentón y retiramos la sartén del fuego para que no se queme. Removemos con ganas mientras añadimos una cucharada de harina (yo uso blanca de trigo) y un poquito de sal hasta conseguir una pasta homogénea. Entonces empezamos a añadir el vaso de caldo muy calentito y seguimos removiendo hasta que la salsa está ligada. La gracia es que no quede muy líquida pero tampoco parezca una bechamel. Si nos queda muy espesa se puede añadir un poco más de caldo y si es al contrario pues un poquito de harina de maíz (maicena) disuelta en un poco de caldo. La probamos de sal aunque no mola que esté muy salada.

Ahora viene lo que yo creo que es lo más difícil: las patatas. Hay que freírlas en aceite poco caliente (se cuecen en aceite, como las patatas de las buenas tortillas) hasta que están bien blanditas y luego un par de minutos en aceite muy caliente para que se doren por fuera y estén crujientes. Pero en esto hay varias técnicas. Unos las cuecen unos minutos antes de freírlas. Otros las echan en aceite muy caliente para bajar luego el fuego durante la cocción y volver a subirlo al final. Ahí os dejo que cada uno pruebe a ver cómo le gusta más el punto. Lo que si es obligatorio es el tamaño. Cortadlas de forma irregular y que quepan en la boca.
 
Se sirven calentitas con la salsa por encima (no inundadas) y si sobra salsa se guarda para al día siguiente hacer una tortilla de patatas pequeñita y ponérsela por encima.
 
Si pasas por el centro de Madrid acuérdate de pasarte por la calle de Espoz y Mina esquina a la calle de La Cruz a probarlas y añade tus propias conclusiones a esta receta y ya depaso acércate también por la plaza de Canalejas y cómprate unos caramelos de violeta en "la Violeta", que llevan 100 años haciendo estos caramelos de forma artesanal y están de muerte. Esto último no tiene absolutamente nada que ver con la receta pero seguro que Belén Esteban no sabe ni que existen. Anda y que se joda.

salud.

sábado, 6 de febrero de 2016

Pixín a la sidra




Estreno este blog con una receta riquísima con sidra y una pregunta recurrente en mi vida. ¿Por qué soy tan gilipollas?


Vamos por partes. La primera receta no podía ser otra que el pixín a la sidra. En Asturias llaman pixín al rape y esta forma de cocinar el rape me parece suculenta aunque lleva su tiempo pero algo que se hace con sidra, se come con sidra y mientras se cocina se bebe sidra.....  valor seguro. La parte interrogativa es más bien genérica. Debería ser más bien un ¿Por qué todos somos gilipollas?


Recientemente la OMS nos sorprendía (o no) con la afirmación de que las carnes rojas, los embutidos y otras cuantas cosillas sin importancia como las hamburguesas o las salchichas eran cancerígenas. Personalmente fui tan ingenuo que pensé que los productores de estos artículos se pondrían en pie de guerra ya que daba por supuesto una bajada drástica en el consumo de todo lo que aparecía en la lista. Si una organización cuyo objetivo es alcanzar un nivel óptimo de salud para todos nosotros avisa de que comer una cosa provoca cáncer sería lo normal; o no.


Pues pasados unos pocos días no solo ya no se hablaba del tema sino que todos seguíamos consumiendo la misma cantidad de carne (mucho más de lo deseable) que antes del comunicado.


Con esta receta de hoy pasa algo parecido. Hace ya tiempo que la OMS viene avisando del alto contenido de mercurio presente en algunos peces debido a la contaminación de nuestros mares. Rape, Cazón, Atún y una lista no pequeña de grandes depredadores marinos contienen un nivel tan alto de mercurio en sus carnes que es desaconsejado su consumo para niños y embarazadas. El resto de los mortales no deberíamos comerlos a menudo ya que nuestro organismo no es capaz de eliminar todo ese metal pesado que ingerimos con estos pescados.


Podríamos deducir fácilmente que si alguien come algo que sabe que le envenena y su objetivo no es el suicidio es un poco gilipollas (y lo de poco es por si así no se me enfada nadie). Yo, al menos, me resisto a no comer mi pixín a la sidra de vez en cuando y del tema de las carnes rojas… mejor hablamos otro día.


Pues bien, una vez que dejada en el aire la cuestión sobre la gilipollez innata en el ser humano y su tendencia al suicidio (o a no hacer caso de consejo ajeno) pasemos a ver cómo preparar el pixín/rape a la sidra. Para ello debemos esperar a encontrar en el super (yo lo encuentro de vez en cuando en el Carrefour) huesos de rape (o cabezas) a buen precio y para mí un buen precio significa menos de un euro el kilo. En Cantabria no es difícil encontrar huesos de rape por ese precio de vez en cuando y con buenas tajadas de carne adheridas. En los trozos de cabeza de los grandes rapes suele quedar una tajada de carne suculenta y bastante grande sin aprovechar ya que normalmente solo interesa el lomo para su venta. De esta manera matamos varios pájaros de un tiro: obtenemos el ingrediente principal de nuestro plato muy barato, tenemos también huesos para hacer un buen caldo de pescado y por último conseguimos no comer demasiado a menudo el fatal pescado envenenado ya que no siempre encontramos estas ofertas en el super.



Ingredientes.
  • Rape.- la cantidad que seamos capaces de sacar de los huesos que hemos comprado (hoy he comprado dos trozos de cabeza que pesaban 2.5 kilos y he sacado 500 gr. de carne). Si no encuentras oferta y quieres tirar la casa por la ventana puedes comprar un lomo de rape pero que no sea congelado porque no hay color y no podrás sacar unos botes de caldo.
  • Cebolla.- con una cebolla no muy grande tenemos.
  • Ajo.- un par de dientes
  • Huevo duro.- solo la yema de un huevo
  • Tomate natural.- un tomate maduro (yo uso triturado del que haya abierto por la nevera)
  • Caldo de pescado.- Medio vaso del que hayamos obtenido con los huesos del rape
  • Sidra.- una botella de sidra natural (mi preferida es de la marca Trabanco)
  • Sal, tomillo, harina, limón y aceite.



Preparación.


Lo primero de todo es abrir la botella de sidra, escanciarse un culín y tenerla a mano durante todo el proceso. A continuación exprimimos el limón y empapamos con él la carne del rape para que vaya macerando durante unos minutos (yo la corto en dados si no de un bocado, poco más). Se puede aprovechar esos minutos para ir cociendo el huevo y cocer 10 minutos los huesos restantes para hacer el caldo (y para ponerse otro culín). Si tenemos un poco de queso de Cabrales en casa podemos mezclarlo con un chorrín de sidra hasta que quede una pasta similar a un queso de untar y ya lo bordamos (para acompañar la sidra mientras cocinamos, digo).


Secamos bien los trozos de rape con un papel de cocina, los salamos y los pasamos por harina y los doramos en aceite caliente vuelta y vuelta. Los sacamos y los reservamos para luego.


Ahora hacemos un sofrito con la cebolla y el ajo bien picaditos, añadimos el tomate y pasados unos minutos le echamos también la yema de huevo, que previamente habremos majado en un mortero con un poco de tomillo y sidra. Removemos unos minutos y le añadimos el medio vaso de caldo y un buen chorro de sidra; lo suficiente para que los trozos de rape queden, cuando los echemos, prácticamente cubiertos.


El olorcito en la cocina ya va siendo de escándalo y la botella de sidra ya la tenemos tiritando. Solo nos queda poner en la salsa (después de probarla a ver si necesita más sal) los trozos de pescado y tenerlo a fuego lento quince o veinte minutos. Como los trozos son pequeños se hace en un ratito y con el último culín de sidra que nos ponemos ya casi lo tenemos listo.

Procura tener un pan rico en casa porque la salsa está de escándalo y lo vas a necesitar y si tienes otra botella de sidra plantéate abrirla para comer.



Y mientras estés comiendo (o casi mejor durante la siesta) piensa un poco en por qué comemos cosas que sabemos que nos van a matar. Supongo que porque en el fondo tenemos la esperanza de que lo haga poco a poco y quizás la parca nos encuentre más tarde que temprano pero por otro motivo.


Salud.