domingo, 25 de septiembre de 2016

Setas con patatas a la sidra

Lo siento pero yo no me junto con cualquiera. Lo de juntos pero no revueltos, no lo comparto. Me encanta revolverme (entiendaseme bien, leche, que soy de carácter tranquilo y no me revuelvo contra nadie) pero no me sirve cualquiera.

Hay gente, por mucho que lo intenten, con los que no me revolvería ni por todo el oro del mundo. Bueno, si hablamos de oro, lo mismo un revoltijo rápido si lo pillo. Yo soy de esos que tienen sus principios, pero dispuesto a cambiarlos si es menester.

Y es que hay gente que amarga lo que toca. Lo siento en el alma pero los hay por ahí, que están deseando rozar algo para dejar su impronta de amargor. Gente que, desde que se despierta, empieza a pensar a quién va a contaminar con su mal rollo. Anda y que les den. Yo me revuelvo con gente bella, de buen rollo, con gente con ganas de reírse y de pagarse unas cervezas.

¿Y cómo nos llevamos esto a la cocina? Joder... si no sabes la respuesta es que no te has leído ninguna entrada de mi blog. Todo a lo que le eches un buen vaso de sidra, lo impregnas de buen rollo. Si además de esto, has combinado bien, te saldrá un plato rico. Si la has cagado con los ingredientes, al menos tendrás una botella de sidra abierta, y eso siempre es interesante.

El plato de hoy es de lo más fácil. De ahí que no os ponga más fotos de la preparación, porque es capaz de hacerla mi hijo adolescente, que, quitando jugar a la Play o al futbol, hace pocas cosas con un mínimo de interés.

Ingredientes


  • Un bote de pimientos de piquillo (Asados. Me valen en tiras)
  • Una bandeja de setas (pleurotus, shi take... cuanto más ricas pues mejor)
  • Patata(depende de la cantidad de lo demás, pero con una grande, vale)
  • Cebolla (me vale puerro)
  • sal, pimienta y sidra. Mucha sidra.

Preparación

Picamos finita la cebolla o el puerro y lo ponemos a pochar en una sartén con un
buen chorro de aceite rico. Cuando ya esté dorada, añadimos las setas cortadas en trozos no muy grandes. Las reogamos un minutos y añadimos las patatas
cortadas en dados pequeñitos y las tiras de pimientos de piquillo (si son enteros les retiramos las pepitas y los cortamos en tiras). Sofreimos el conjunto un par de minutos y, después de echar sal, pimienta y las hierbas que nos gusten,  añadimos sidra de manera generosa, de forma que cubra la mezcla. Lo dejamos cociendo a fuego lento un buen rato, hasta que la sidra se vaya evaporando y nos quede un caldillo de aspecto meloso.


El tiempo de cocción depende del tamaño al que has cortado la patata (debe quedar blandita) o la potencia del fuego. Igualmente está el factor sidra. Si te entretienes bebiendote la que ha sobrado en la botella, pues lo dejas más y si se te ha acabado hace un rato, pues apagas el fuego, porque te habrá entrado hambre. De todas formas, tanto las setas como las patatas cuecen en pocos minutos y los pimientos ya están asados por lo que es un plato de 15 o 20 minutos; no más.

¿Con qué podemos acompañarlo? Pues está claro que con otra botella de sidra.

Salud.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Flores de calabacín rellenas

Ramón Trecer siempre decía al despedirse en su programa aquello de: "buscad la belleza, es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo". Personalmente prefiero abreviar y coger solo la primera parte. Con ella llevo años despidiendo a mi hijo cada vez que le dejo en la puerta del cole (ahora ya instituto).




Vivimos rodeados de ordinariez y vulgaridad allá donde miremos pero, si buscamos un poco, aparecen por todos lados cosas bellas. En segundo plano a veces, destacando sobre las demás otras tantas.

El problema es que, al igual que el azucar despierta instintos básicos en nuestro organismo, parece que lo ordinario nos llama más la atención que lo bello. Los inteligentes y avispados profesionales de la publicidad, la mercadotecnia, el márketing, lo saben. Y se encargan de rodearnos de un mundo lleno de humor zafio, personajes vulgares y escenas deplorables que enganchan a una gran mayoria, ávida de comida basura para sus cerebros. Ávida de disfrutar viendo sufrir al prójimo. Ávida de ver como los hay más jodidos que ellos.

Personalmente prefiero buscar la belleza y, siempre que puedo, colaborar en que otros la vean en mis pequeñas contribuciones. Y heme aquí haciendo hoy una receta con la belleza como ingrediente principal. ¿Problema? O plantas calabacines en tu huerta o no te será fácil cocinar este plato.




ingredientes

  • Flores de calabacín (da igual hembras o machos) 
  • Queso fresco (yo uso queso fresco de la zona, en concreto La Jarradilla) 
  • Nueces 
  • Sal, pimienta,  orégano, harina, huevo (y por supuesto un poco de sidra)


preparación

Cogemos unas flores de calabacín (calcula unas tres por persona si va a ser plato principal) y las ponemos a remojo en agua y hielo durante un rato. Pasado el tiempo y una vez frías y tersas las quitamos el pistilo interior con cuidado de que no se rompa mucho la flor.

Para rellenarlas utilizaremos una mezcla de queso fresco, nueces, sal, hierbas aromáticas y un huevo. Lo mezclamos todo bien con un tenedor hasta que se queda hecho una pasta manejable. Calcula para rellenar seis flores unos cien gramos de queso y seis nueces. Como hierba yo he utilizado orégano pero tú échale lo que más te guste. La sal y la pimienta a ojo pero que no falte que el queso fresco es un poco sosote y, por supuesto, un chorrito de sidra. Ojo con pasarte o te quedará una masa demasiado líquida y será más difícil su manejo.

Rellenar las flores no es muy complicado aunque hay que hacerlo con cuidado de que la flor no se rompa mucho. Después cerraremos un poco la punta haciendo un saquito y las pondremos en la nevera para que nos sea más fácil rebozarlas. No te preocupes si no quedan herméticamente cerradas. El huevo hace de aglomerante y no tiene por qué salirse el relleno al freir.

Justo antes de poner la mesa, pues un rebozado típico (huevo - harina - huevo) y a la sartén. Un minuto por cada lado y listas. Nos deben quedar como una especie de buñuelo y las podemos sevir calientes como plato principal o ponerlas templadas sobre una ensalada como he hecho yo hoy.




Tus comensales quedarán sorprendidos y tú quedarás como un rey. A mi Andreita, como todo lo bello, le encantan. Le deben recordar a mí por la belleza y la elegancia ;-)



Salud.